Cuando el camino es confuso aparecen los amigos.

El camino lo siento confuso …. Pensaba, dejando que el peso del desaliento cayera sobre mí.

Sentada sobre una piedra, cabizbaja, casi a punto de llorar, siento una mano en mi hombro..

- ¿veo una hechicera triste?

Sobresaltada levanto la mirada, encuentro la dulce y severa  de mi amigo Gabriel, debería asombrarme, pero no. Siempre sabe aparecer cuando se le necesita.

-         Un poco -respondo avergonzada-  … perdí el camino, tengo que subir este monte. me entretuve en un arroyo cerca de aquí  y …..

- Hechi!!!!!!, te advertí de algunos arroyos, ese era el arroyo de la ilusión, no todo es lo que parece amiga.

- Pero no desanimes, solo desviaste un poco el camino. Sigue este sendero,  donde  esas flores rojas doblas a la derecha.

Nos despedimos con un abrazo que dejo mi corazón más ligero y con ganas de continuar.

Caminar y caminar, cada vez el camino se me hace más pesado, mis zapatillas rotas y la  capa raída,  falta poco para la primera cima  …….., ¡estoy tan cansada!!!  …¿podre llegar?

Tropiezo, caigo, logro apoyar las manos pero siento las piedrecitas enterrarse en mis rodillas ¿por qué no se me permitió volar????   …..

-         ¿Necesitas ayuda?  Veo una mano frente a mí . 

 Levanto la mirada

      Y ahí está sonriéndome mi joven amigo Miguel, gran guerrero pese a su corta edad.

-         Tomo su mando y de un salto estoy en pie,  sacudiendo el polvo de mis, aun más, raídas vestiduras

-         Hechi, que gusto verte con mi compañero nos hemos acordado de ti

Le sonrió levemente agradeciendo su cortesía. 

Abre su morral y saca una bella, liviana capa violeta y unas bellas zapatillas a juego.

- Esto te vendría bien, dice mientras alarga las prendas, en nuestra nueva misión las vimos y pensamos en ti.

Muy emocionada me deshago de las viejas y visto mis nuevas zapatillas, lo miro con una gran y emocionada sonrisa, lo abrazo emocionada.

- Nuestra nueva misión esta entretenida, se vienen grandes batallas - me dice-, ven con nosotros.

Gracias pero no puedo, tengo un camino y muchas montañas que subir.

Me despido con otro abrazo sintiendome muy liviana y feliz con mis zapatillas y capa nuevas.

 Antes de lo que creía llego al cima, eso si, agotada.

Es una noche agradable,  tiendo mi manta y me apronto a dormir, sonrió, recuerdo a mis dos amigos con nombre de arcángel que ayudaron a terminar esta parte del camino, alcanzo a agradecer a la providencia antes de caer en los brazos de la inconsciencia.