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viernes, 25 de marzo de 2011

Tercer día visita a Marian- Amanecer en la montaña


Despierto cómoda y abrigada, aun así siento el aire fresco de la montaña, sonrió.
De pronto recuerdo donde estoy, abro rápidamente los ojos y alcanzo a ver al vaquero guardaespaldas fumando y mirándome no muy lejos de mi, me mira con su seriedad habitual, sin decir nada se va hacia las montañas.

Estoy junto a la fogata sobre una especie de colchón, hecho con un par de mantas y abrigada por un pocho. Al lado mío lo que parece ser mi desayuno, una manzana, un tazón de café y un sándwich. ¡que hombre más raro este vaquero! tomo mi desayuno mirando el amanecer.
¡que lastima que pronto seguiré mi camino! Me habría gustado conocer más a este hombre de hechos no de palabras. Mis ojos vuelven a llenarse de lagrimas mientras miro el amanecer, recuerdo otras una vez que me dijeron que los hechos son los que importan no las palabras, y los hechos hablaron por si mismos.
Me concentró en el amanecer, veo el sol que sale tibio, asomándose y desespertando a la mañana, hablando de un nuevo comienzo, con esa promesa eterna que trae dia tras días, desde hace miles de años.

¿Cuánta gente habrá visto un amanecer?
¿Cuánta gente nunca vio un amanecer porque pensó no valía la pena levantarse tan temprano?
Hay amaneceres en la cordillera donde el sol sale en medio de las montañas, que son para mí abrigo y protección, sin mi cordillera me siento desprotegida.
El sol sale en el mar, por lo menos en el Atlantico lo vi salir en el mar, fue raro, acostumbrada a verlo salir en la cordillera. El mar ….
Tengo que hacer un viaje al mar.
El sol sale en el campo, el sol siempre sale, sale en las tormentas, aunque a veces no lo vemos porque se esconde tras las nubes ¿o las nubes esconden al sol??
Estoy tan absorta en mis meditaciones que no me di cuenta, ya amaneció la primera señal, los pajaritos cantan anunciando que el nuevo dìa comenzó y junto con ellos ..
-         Mi desayuno donde esta!!!!! Escucho una alegre y risueña voz que llega junto con los pajaritos.
Miro a Vale toda despeinada y desarreglada, sonriendo y bella.

A mi alrededor nadie mas.
Los chicos se fueron me dice, tenían cosas que hacer, algo de un ganando no entendí bien, dice, regresaran en unas horas, cuando estemos por partir.
Tenemos la cordillera toda para nosotros dice abriendo los brazos.
De unos bolsos empieza a sacar y sacar cosas para su desayuno mientras conversa feliz

Ahí  estamos sentadas contemplando la belleza del lugar cuando escuchamos:
¿Serian tan amables de convidarme un café?
Vemos un muchacho, bastante joven pero ya un hombre, algo en sus ojos me llama la atención.
Por supuesto respondo con rapidez, Vale solo observa.
Como buenas anfitrionas le ofrecemos algo más que un café, Vale pregunta ¿cómo te llamas y a que te dedicas?
Soy Rex y soy un cuentacuentos nos dice, y por vuestra amabilidad les voy a narrar algo, y nos hace la narración más bella que he escuchado. Luego se marcha en silencio.
Quedamos abrumadas, calladas por mucho tiempo, como permitiendo que tan bello relato no se pierda, que quede en nosotras…

1 comentario:

  1. Cuando se fueron las chicas, Marian tenìa muchas cosas que hacer, como la preparar la gran fiesta a sus amigas y darle una linda sorpresa a Hechi. Pero no se sentìa muy bien y se puso a pintar, todo el dìa hasta que se acalambraron sus manos. La mejor manera que tiene Marian de escapar a la palabra realidad, es en la pintura. Cuando terminò estaba exhausta, se sentò cerca de la ventana de su cuarto y mirò las rosas que el jardinero habia cortado para ella. Pensò en la ironìa de esa imagen, algo tan maravilloso que si querès tocarlo te podès lastimar con sus espinas. Se levantò de la silla y se asomò por la ventana. Ahí estaba su jardinero lo mirò con una sonrisa y pensò, que hubiera pasado si aquel dìa se hubiera ido con èl?, cuando ellos estaban juntos, el mundo no existìa, no habìa dolor, no habìa hambre, eran ellos dos y nadie màs, Marian era una flor en su jardìn, donde el le hablaba de cerca, la cuidaba, la hacìa sentir bella y plena. Pero Marian no se atreviò a ir con èl, tenìa muchas responsabilidades en su reino y un Rey, que la tenìa bastante olvidada, pero era su Rey. El jardinero emprendiò su viaje, durante varios meses, y el jardìn del palacio se llenò de malas hierbas. Marian estaba muy triste para ocuparse de èl. Durante todo ese tiempo se dedicò a ella, a sus cuadros y a los que haceres del reino, hablò mucho con su amigo el pirata, el tampoco andaba muy bien y entre ambos se sostuvieron entre realidad y sueño. Marian logrò recuperarse de su tristeza, se convirtió en una reina segura y lo màs importante es que logro recuperar su amor propio, dandose cuenta que es lo màs importante para poder estar bien con el universo. Pasò el tiempo… y con el vino la primavera, regresaron las rosas, y regresò el jardinero. Le pidió mil perdones a la reina por haber dejado que la mala hierba entre en su jardìn. Lo limpiò, pero nunca volviò a ser ese jardìn de cuentos. La reina nunca màs fuè a visitar sus rosas por eso èl todas las mañanas se las manda a su cuarto para que no se olvide de que todo fuè cierto.

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