Estoy muy contenta estuve de cumpleaños y ahora voy al Jardín con mi hermano, un jardín así le dicen, pero no hay flores sino niños que vamos a Jugar. Mi hermano está en un nivel más grande, así que no juega conmigo. Hicieron una fiesta que había que ponerse disfraces, eso es como ser otra persona, mi hermano fue el zorro y a mí me hicieron el vestido más lindo de todos, de dama antigua, dijo mi mamá, arriba blanco y debajo de terciopelo rojo. Me gusta el rojo y es suave, suave, muy suavecito, me sentí más linda que blanca nieves.
Como el departamento es chiquito y aún hay buen tiempo la nana Leo nos llega al Sitio, que este si es un jardín de verdad, pero le decimos sitio. Cosas raras de la gente grande.
Lleva un chal y muchas cosas ricas para comer, ahí corremos y jugamos mucho con mi hermano, mi hermana aun es chiquita, se queda con la nana.
Van a construir la casa más grande y hermosa y viviremos todos juntos.
En el sitio hay, además de la higuera, muchos otros árboles, me gusto un ciruelo que da con el techo de un galpón del vecino, si uno se sube, se puede sentar arriba del techo, y las ciruelas cuando son verdes se comen con sal y son muy ricas, pero eso debe ser a escondidas, la nana se enoja.
Pero a mi hermano y a mí nos gustan, ya antes de comerlas uno siente como que la boca se llena de agua y cuando los muerdes los dientes rechinan, son acidas, y dan una cosita muy rica, así que igual como.
MI NIÑEZ
Interprete: Joan Manuel Serrat
Tenía diez años y un gato
peludo, funámbulo y necio,
que me esperaba en los alambres del patio
a la vuelta del colegio.
Tenía un balcón con albahaca
y un ejército de botones
y un tren con vagones de lata
roto entre dos estaciones.
Tenía un cielo azul y un jardín de adoquines
y una historia a quemar temblándome en la piel.
Era un bello jinete
sobre mi patinete,
burlando cada esquina
como una golondrina,
sin nada que olvidar
porque ayer aprendí a volar,
perdiendo el tiempo de cara al mar.
Tenía una casa sombría,
que madre vistió de ternura,
y una almohada que hablaba y sabía
de mi ambición de ser cura.
Tenía un canario amarillo
que sólo trinaba su pena
oyendo algún viejo organillo
o mi radio de galena.
Y en julio, en Aragón, tenía un pueblecillo,
una acequia, un establo y unas ruinas al sol.
Al viento los ombligos,
volaban cuatro amigos,
picados de viruela
y huérfanos de escuela,
robando uva y maíz,
chupando caña y regaliz.
Creo que entonces yo era feliz.
Tenía cuatro sacramentos
y un ángel de la guarda amigo
y un «Paris-Hollywood» prestado y mugriento
escondido entre mis libros.
Tenía una novia morena,
que abrió a la luna mis sentidos
jugando los juegos prohibidos
a la sombra de una higuera.
Crucé por la niñez imitando a mi hermano.
Descerrajando el viento y apedreando al sol.
Mi madre crió canas
pespunteando pijamas,
mi padre se hizo viejo
sin mirarse al espejo,
y mi hermano se fue
de casa, por primera vez.
Y ¿dónde, dónde fue mi niñez?
peludo, funámbulo y necio,
que me esperaba en los alambres del patio
a la vuelta del colegio.
Tenía un balcón con albahaca
y un ejército de botones
y un tren con vagones de lata
roto entre dos estaciones.
Tenía un cielo azul y un jardín de adoquines
y una historia a quemar temblándome en la piel.
Era un bello jinete
sobre mi patinete,
burlando cada esquina
como una golondrina,
sin nada que olvidar
porque ayer aprendí a volar,
perdiendo el tiempo de cara al mar.
Tenía una casa sombría,
que madre vistió de ternura,
y una almohada que hablaba y sabía
de mi ambición de ser cura.
Tenía un canario amarillo
que sólo trinaba su pena
oyendo algún viejo organillo
o mi radio de galena.
Y en julio, en Aragón, tenía un pueblecillo,
una acequia, un establo y unas ruinas al sol.
Al viento los ombligos,
volaban cuatro amigos,
picados de viruela
y huérfanos de escuela,
robando uva y maíz,
chupando caña y regaliz.
Creo que entonces yo era feliz.
Tenía cuatro sacramentos
y un ángel de la guarda amigo
y un «Paris-Hollywood» prestado y mugriento
escondido entre mis libros.
Tenía una novia morena,
que abrió a la luna mis sentidos
jugando los juegos prohibidos
a la sombra de una higuera.
Crucé por la niñez imitando a mi hermano.
Descerrajando el viento y apedreando al sol.
Mi madre crió canas
pespunteando pijamas,
mi padre se hizo viejo
sin mirarse al espejo,
y mi hermano se fue
de casa, por primera vez.
Y ¿dónde, dónde fue mi niñez?
Me ha encantado transportarme a la infancia, he podido rechinar mis dientes y poner el ceño fruncido con la acidez de esas ciruelas, que maravilloso..gracias
ResponderEliminarGracias Pury, tanto que me gustaban de chica y no me pasaba nada, ahora si las como asi los efectos no son gratos jajajajaja.
ResponderEliminarPero ahora puedo hacer un brindis y comer lo que quiera sin pedir permiso a nadie, siempre es mejor crecer.
Un abrazo muy grande
Hechi